lunes, 14 de marzo de 2011

El boulevard de los sueños rotos siempre se ve a la vuelta de la esquina.

Efraín y Augusto eran mis amigos más cercanos desde la etapa de la -escuela-secundaría. Efraín se dedicaba ahora enteramente a la música, tenía su propia banda y sonaban bastante bien; mientras que Augusto estudiaba Derecho. Cualquiera diría que eramos los polos más opuestos, pero ese "cualquiera" no sabía una mierda: los tres eramos bastante afines; sobre todo en cuanto a gustos musicales. Alucinábamos por la música, por el -casi siempre- confiable Rock n´ Roll.
Yo, adoctrinado desde la infancia en este arte, a base de discos de acetato y cassettes;Augusto, con un excepcional talento para la música, pero que prefirió ser abogado; y Efraín-"el huevas"- un músico competente haciendo la lucha con su propio proyecto. Three amigouus, todos para el Rock.

Siempre habíamos querido formar una banda los tres juntos, pero no pasó de algún cotorreo o uno que otro palomazo. Ellos dos tocaban mucho mejor que yo; yo apenas sabía algunas cosas en la guitarra y nunca me esforcé realmente en dominar dicho instrumento como lo hacían estos dos. Después elegí tocar el teclado; e iba mas o menos bien, hasta que la escuela y el cotorreo terminaron absorbiendo más de mi tiempo. Al final el teclado quedó como un gran acumulador de polvo; y terminé prestándole mi amplificador a la banda de Efraín. Parecía que mis sueños de ser un rockstar habían terminado; y tal como lo hizo Augusto, debía abocarme a mi carrera, y seguir escuchando música como un poseso, sin necesariamente ejecutarla.

El boulevard de los sueños rotos siempre se ve a la vuelta de la esquina, aunque no busques esa calle en particular; es como esa pesadilla donde das vueltas en un lugar desconocido y desconcertante...pero que a la vez-contradictoriamente- resulta familiar.

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