lunes, 30 de mayo de 2011

No Santa Claus in this Town.

Es interesante recapitular, intentar ver en donde es que comienzan a desmoronarse las cosas. Aunque, en perspectiva -de-"ojo de águila" el fenómeno si parecía ser algo cíclico: todo se desgaja y se reconstruye-una y otra vez, con resultados similares, tal como creían los antiguos-.

Por otro lado, nadie me puede acusar de no aprovechar mis horas al máximo.

Que las cosas no iban muy bien en lo académico era un hecho. Pero no todo debían ser sistemas escolarizados y colegiaturas.
La escuelita ya me estaba empezando a fastidiar. Las exigencias cada vez eran mayores y las expectativas de mis padres también, como si al salir de la universidad ya fuera a tener todo resuelto. Éxito instantáneo, al estilo de los anuncios de la tele. Había compañeros mios que asi lo creían, o les convenía creerlo. Muchos actuaban y se pavoneaban como si ya ejercieran la carrera desde hacía años y la escuela fuera tan solo un engorroso tramite. Yo no era tan iluso en ese sentido.
Recordando, nunca había creido en nada con facilidad. Cuando niño descubrí que mis padres eran Santa Claus, y cuando les pregunté directamente me lo confirmaron. No hay ilusión por aquí. Aquí no hay gordo que -valga-venga una vez al año. De cualquier forma siempre había tenido mis dudas respecto al tal "Santa", ¿un empresario extranjero obeso repartiendo juguetes por el mundo?, ¿venía desde el Polo Norte a México? Había algo que no encajaba; además aquí no teníamos chimenea. Podía imaginar que era etéreo, pero no...no funcionaba así. En cuanto a la religión, mi padre era medio ateillo y pues esto saboteó de alguna forma los esfuerzos de mi madre por enseñarme el dogma y la fe católica. Lo intentaron al menos.

No me había sentido afiliado a algo realmente, ahora menos lo iba a hacer con esta institución que sabía dorar la píldora muy bien, como lo es la llamada educación superior.

Tal vez toda la raíz de este no embonar, de esta falta de fe en instituciones sociales, se deba a que dichas estructuras siempre fallaban-seguros médicos, sindicatos, escuelas, impartición de justicía, partidos políticos, etc.-, y mis padres hacían incapíe en mostrarme los aspectos que no eran fiables de estos sistemas. Nunca faltaba el comentarío mordaz de mi padre después de leer el períodico, o las quejas de mi madre al ver las noticias en televisión, y el empeño de ambos en que yo "abriera los ojos"; tuvieron esa deferencia conmigo. Querían que fuera una especie de ciudadano responsable que pudiera cuestionar y escoger. ¿Fueron estas buenas bases en la crianza de alguíen? Eso ya no lo se.

En muchos de los grupos sociales fuera de la escuela no duré demasiado-alguna temporada de futbol, alguna excursión al lado de los boyscouts-. Siempre siendo un "Lobato"que no se desenvolvía al cien en el grupo. Ese era yo, un lobesno "estepario"-por que leía mucho a Herman Hesse-. Mas apegado a su familia que a otro núcleo social: mis tíos y luego mis primos eran como mis hermanos mayores y/o menores. Los pocos amigos que tenía no compartían mi afición por el rock, no sabían de que les hablaba cuando mencionaba a Ozzy Osbourne; y una vez que les puse a un par de amigos música de Led Zeppelin uno de ellos dijo que-Robert Plant- sonaba como un maricón quejandose; es más, creo que se cepillaron de un jalón a todo Zeppelin con un : "pinches gueyes tan putos" ..."suenan putos"-pido perdón a los rockeros, pero tenía que recordar esto, son de esas cosas que terminan marcando una distancia entre tu, tu música y la sociedad-. Poco después de aficionarme a tocar la guitarra conocí a estos compas, Augusto y Efraín.

Los tres terminamos tocando en bandas con los compañeritos escolares, los tres -paralelamente- manteniamos nuestros respectivos grupos y cada uno estaba muy comprometido en su proyecto. Y nuestro mundo se vistió de Rock & Roll, de ensayos, de instrumentos, de equipo barato, de tocaditas en fiestas.
En los ensayos con el grupo todo cambiaba, todo era solidaridad y camaradería en el nombre del Rock. Las horas pasaban rapidamente y no parabamos de tocar. Cualquiera diría que perdiamos nuestro tiempo. Nada mas lejos de la verdad, ese era el "tiempo" realmente aprovechado. Los ensayos eran como mi oasis, mi verdadera zona de confort. Todo lo demás era un poco absurdo y medio hipocrita.

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