El corazón me palpita fuertemente. Tal vez he caminado demasiado aprisa; tal vez nunca me ha funcionado muy bien el dichoso asunto -cardiaco-; y solo tal vez, me he metido mucha coca.
Llego a la puerta de la casa de Ana. Nadie abre. Me doy cuenta que no hay nadie en la sala. Camino unos pasos hacía la parte trasera de la casa, hacía el hacía el jardín; veo el pasto verde -demasiado cuidado como para ser un centro de reunión tan concurrido por amigos y familiares; ya veremos como lo dejan esta noche los amiguetes-. Entro por la puerta de la cocina que siempre,irresponsablemente,esta abierta.
Ana esta sentada en un banco alto, cerca de la estufa, concentrada en lo que cocina, moviendo el contenido de una olla que desprende vapor insistentemente, como si estuviera viva y fumando a grandes bocanadas, con las fauces abiertas al limite en un grito que deja la boca en forma de ¨o¨;la olla era ahora un ser fantástico y fumador, como el gusano de Alicia en el país de las maravillas.
Ana estaba cocinando espagueti. En mejor momento no pude haber llegado. Tal vez el cuerpo se manda a veces por si solo, e intuye acontecimientos cruciales. Como cuando, sin saberlo, el cuerpo actua con ansiedad, deseoso de salir a la calle, y en esa misma noche surge de la nada una fiesta alocada. Lo más probable es que el cuerpo sepa que tiene que ir de punto ¨A¨ a punto ¨B¨para hacerle el amor a una chica que fumó y bebió mas de lo que acostumbra normalmente, o que estaba echando ojo y buscando también, ¿o quién sabe como intuye el encuentro que lleve a una experiencia carnal? O tal vez incluso, cansado, pero dueño de la situación, enloquezca a la mente y la obligue a ir a buscar otro cuerpo, sin magia de por medio, ni nada; pura necesidad.
Ana meneaba el cucharón dentro de la olla. Ana meneaba su culito, despegandolo del banco. Inclinada hacía la estufa, meciendo el banco hacia adelante, con su culo solo a unos centímetros de mi rostro -yo estaba sentado en una silla más baja que el banco en cuestión-.
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Ana salía entonces con Efraín, quién llegó más tarde con su banda a tocar en una fiesta en casa de esta -en su verde jardín-. Esa noche Efraín estaría demasiado ocupado con lo de su toquín.
Mientras la banda seguía tocando, y mientras todos permanecían afuera, Ana se sentó a mi lado en la sala. Se sentó demasiado cerca, rozó su brazo con el mio. Sonrió. Conversamos. Le conté que Mónica y yo jamas regresaríamos, que definitivamente era agua pasada. Ella por su parte, me comentó que Efraín estaba demasiado involucrado en otros proyectos, que la descuidaba un poco, que asi como se veía Efraín de buena onda y de cool, era en realidad un neurótico, y demás cosas que no voy a contar. Pues no se debe hablar de lo que la novia de tu mejor amigo dice de el, de los reproches que te detalla en la intimidad -mientras te sientes el mas grande traidor del mundo, mientras recorres el cuerpo de la mujer que tu amigo ama y venera-. Todo deja de tener un sentido objetivo. Tu cuerpo volvió a hacer de las suyas. Tu cuerpo te traicionó a ti, y tu traicionaste a tu amigo. Y de esas cosas no se habla mucho.
Chalecos!
Hace 12 años
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